viernes, 6 de marzo de 2009

Cuba (II): El festejo que no fue

Los empleados cubanos de Migraciones se cansaron de ver argentinos. Entraron centenares en muy poquitos días. En las casas de familia de Santiago, la ciudad más hospitalaria de Cuba, preguntaban por qué tantos, si era que habían brotado de la tierra. Cualquier cuartito de más, habilitado o no por el Estado, se convirtió en alojamiento. La Plaza de Marte se pobló de mates.
- Venimos por el cincuentenario de la revolución.
- Por los 50 años del triunfo de la revolución –aclaró alguien, cerca del cuartel Moncada, ese que Fidel Castro intentó tomar el 26 de julio de 1953. Entonces hubo muertes y largas prisiones donde se bocetó el programa político de una lucha que persistió.
Hoy el Moncada –como otros antiguos cuarteles- es un predio utilizado por instituciones educativas. A la entrada hay un museo que cuenta aquel primer intento, aquella derrota. La historia los absolvió.
Fue el 1° de enero de 1959 cuando el dictador Fulgencio Batista huyó de la isla, asediado por los barbudos que bajaron de la Sierra Maestra y, sobre todo, por el pueblo que los apoyó. Una semana después, los revolucionarios ingresaban triunfantes a La Habana.
De eso se cumplieron 50 este enero. Luego vinieron las reformas agrarias, la alfabetización masiva, alimentos y salud para quienes nunca habían tenido. Hubo que resistir invasiones y desmontar intentos de magnicidio. En 1961, en plena guerra fría, la isla se declaró socialista.
- 50 años en revolución –remarcan algunos carteles.
Así es. Y Cuba no brindó festejos de una efeméride sino lecciones cotidianas.
Al principio muchos sudamericanos, en su mayoría argentinos, estaban defraudados. Habían llegado en busca de una celebración pomposa, un recital de Silvio Rodríguez y acaso la reaparición pública de Fidel en un acto de masas compartido con los otros líderes latinos a los que saludaban banderas y remeras. No hubo nada de eso. Ni Hugo Chávez ni Evo Morales estuvieron ahí. El acto central pareció un evento escolar. Raúl hizo un discurso sin anuncios y con poca potencia. De Fidel apenas hubo un dudoso mensaje de una línea: “Felicito a nuestro pueblo heroico”.
Las explicaciones no siempre alcanzaron. Había mucha austeridad en la organización de los actos, y eso es indiscutible: la famosa regla de las prioridades del Estado socialista, admiradas por todos los que estaban allí. Por otra parte, en la sociedad cubana hay una presencia tan fuerte de la conmemoración histórica, que es posible que 50 años no significaran algo muy diferente de 49 o 48, más allá del número redondo.
Queda la duda incontestada, para quienes guardan la imagen de los discursos de Fidel en la plaza de la Revolución, de por qué no hubo un acto de masas. Los santiagueros se quedaron en sus casas. En la exigua plaza del pueblo ingresaron los 3000 invitados previstos y nadie más.
Por más intentos para ingresar, marchando encolumnados por las cercanías del Parque Céspedes, los argentinos convocados por el número redondo quedaron afuera. Alguno intentó la presión de los empujones; otros esgrimieron ante los guardias la condición de coterráneos del “Che” Guevara; y cuando vieron pasar al secretario de Derechos Humanos, lo designaron mediador, sin ningún éxito. “No hay lugar, el acto está organizado de esta forma. Nos dicen que nos vayamos retirando, que no quisieran tener un incidente con nosotros”, sintetizó Eduardo Luis Duhalde con un megáfono prestado. Al final, todos vieron el acto por tele, como la mayoría de los cubanos. Autogestionaron festejos en otras plazas, donde con melodías típicas de los estadios cantaron estrofas de amistad con la revolución cubana. Muchas terminaban en chiste, y algún chiste terminó en burla:
- Cuba, Cuba, Cuba; la clase media te saluda.
El festejo que no fue dejó esa otra lección, contra los vicios del efemeridismo, y habrá que tenerla presente en 2009. En lo que va del calendario, además del triunfo cubano, ya se festejaron 10 años del gobierno bolivariano de Venezuela, 15 del levantamiento del Ejército Zapatista en México y las bodas de plata de los Sin Tierra brasileños. La lista podría ser interminable. También se cumplen 30 de la ´revolución islámica´ de Irán, 40 de la ´revolución libia´ del coronel Gadafi, 60 de la revolución china...
Pero mientras se escriben notas con fotos en blanco y negro, la América latina con sus venas abiertas se llena de colores diversos. También este verano, días antes de que entrara en plena vigencia entre Perú y Estados Unidos un oprobioso Tratado de Libre Comercio, Bolivia reformó su Constitución y demostró que también vive en revolución.
No había bolivianos en las plazas autoconvocadas por la fecha cubana, pero acaso dieron su mejor homenaje. Esa podría ser la lección y la consigna para el 2009: que la memoria sea el faro de la lucha, para que el año no sea pura efeméride.
  • Publicado en La Pulseada N° 67, marzo de 2009.
FOTO D. B. (La Habana, diciembre de 2008)
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1 comentario:

  1. igual fue un poco cruda cuba al enseñarnos a todos los argentinos nuestro pecado de efemeridismo... un acto masivo podría haber habido!

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