miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sonría, estamos violando sus derechos

“Si estáis dispuestos a sacrificar un poco de libertad para sentiros seguros, no merecéis ni lo uno ni lo otro”
(Thomas Jefferson)

El “anhelo insaciable de seguridad” –usando palabras de Robert Castel- y la demanda de soluciones inmediatas, ha llevado a que gobiernos y candidatos de todos los signos políticos coincidan en propiciar la vigilancia electrónica en las ciudades.
Así, en marzo de 2009, la presidenta lanzó un plan financiado con 400 millones de pesos para incrementar recursos en materia de “seguridad” que incluiría, entre otras medidas, la instalación de 5.000 cámaras en distintos puntos del Conurbano bonaerense, Mar del Plata, Bahía Blanca y el Gran Mendoza. Desde entonces, en sucesivas visitas a otras provincias, anunció inversiones millonarias en el mismo sentido. A Tucumán, por caso, le corresponden 30 millones y el gobernador declaró que “todo lo que se reciba será para la adquisición de tecnología, sobre todo un sistema de cámaras de vigilancia”. En junio de este año, por su parte, el gobernador Scioli afirmó que la Provincia de Buenos Aires instalará 300 cámaras en villas como La Cava y Fuerte Apache, una decisión que acentúa la estigmatización social que identifica pobreza con delito.
“Tenemos que llenar de cámaras”, sostuvo por su parte el jefe de gobierno reelecto, Mauricio Macri. “Ha demostrado ser una muy buena herramienta, para ayudar, disuadir, controlar. Por eso ya pusimos 170 cámaras. Y estamos firmando un contrato para llegar a poner mil cámaras en los próximos 12 meses. En el interín también hemos ido convenciendo a las asociaciones de comerciantes barriales, de que nos ayuden, que paguen las cámaras; que nosotros en el centro de monitoreo las sumamos, las coordinamos y podemos dar respuestas…”
Mientras tanto, empresas del rubro tientan uno a uno a los distintos municipios, que para mostrar que se ocupan del problema montan visibles centros de supervisión donde exhiben la multiplicación de los dispositivos de control. Se ve que gusta: ahora mismo, en La Plata, el intendente que busca la reelección promete “cámaras de seguridad en todos los barrios” como “lo que sigue”, la profundización del proyecto (-no, la foto no está trucada).
Junto a los cercos electrificados, las casas amuralladas, la proliferación de los custodios privados y los “vecinos en alerta”, las ciudades se están transformando por dispositivos que filman la vida cotidiana, las 24 horas. Es imposible saber a ciencia cierta cuántas cámaras hay instaladas, especialmente si se cuentan las que aparecen por iniciativa privada. Pero cada día son más: las hay en plazas y edificios públicos, casas y comercios, y por supuesto en las calles. Hasta existe un programa de televisión (el Prende y apaga) basado en el usufructo de los dispositivos de vigilancia electrónica.
“La arquitectura del miedo y la intimidación se extiende por los lugares públicos de las ciudades transformándolos, incansable aunque furtivamente, en zonas vigiladas y controladas a todas horas”, escribe Zigmunt Bauman en Confianza y temor en la ciudad. “Lo malo es que, además de la inseguridad, es posible que también desaparezcan de las calles las principales atracciones de la vida urbana, como la espontaneidad, la flexibilidad, la capacidad para sorprender y ofrecer aventura”. Porque las cámaras no registran sólo los delitos que pudieran ocurrir: filman todo. Todos somos sospechosos. Así, la multiplicación de ojos atenta con el anonimato característico de urbanidad y lesiona libertades individuales básicas.
¿Quiénes pueden acceder a esas imágenes y con qué recaudos? ¿Cómo y cuánto tiempo se pueden guardar? ¿Pueden difundirse públicamente? ¿Quién garantiza la confidencialidad de datos sensibles? ¿Pueden registrar sonido y archivar conversaciones? Una cuenta pendiente del Parlamento es lograr una regulación consistente para la videovigilancia, junto con la de otras herramientas que configuran Un mundo vigilado, tal como el sociólogo belga Armand Mattelart tituló su último libro. Hoy en día, la información de tarjetas de crédito y pases de transporte personalizado, junto los registros que guardan esos sistemas de captación de imágenes y sonidos, son un botín codiciado por ciertas empresas, y esa apetencia constituye una amenaza para los derechos más personales. Así, la precariedad de la vida actual “se combina con nuevos sistemas de vigilancia en permanencia y a distancia, basados en la potencia inquisitorial de la informática”escribe Mattelart: “Lo que ha cambiado en la última década es que a partir de entonces estas sociedades de control se solapan con sociedades de sospecha”. No sonríamos. Es lo que sigue.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Acá falta López

Portada de Página/12, 18 de septiembre de 2011

[ Hoy se cumplen 5 años sin Tito, el viejo, "Partido Socialista", Jorge Julio López, un servidor, desaparecido en democracia. Sigamos buscando a López, buscando justicia, por todos los medios ]

viernes, 9 de septiembre de 2011

FLIA


La séptima FLIA platense -donde estará La Pulseada-, imaginada con las hormigas de Chempes.
Esta vez la movida será en dos lugares: el sábado 10 frente a la Casa de los Hermanos Zaragoza; el domingo 11 en el Centro Social y Cultural Olga Vásquez.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Mala praxis periodística

"No deja de sorprender que en tiempos en los que el periodismo político atraviesa una de sus crisis más importantes y reveladoras de su historia, el periodismo televisivo policial sigue indemne repitiendo viejos vicios", dice Emanuel Respighi, acá.

"Periodismo sin planificación y periodismo agorero, periodismo lacrimoso, que cuenta una noticia a fuerza de golpes bajos. Periodismo rotulador y discriminador. Periodismo que se las sabe todas, periodismo psicópata. Periodismo que practica la censura previa cuando hace pasar su punto de vista particular como el punto de vista general, cuando convierte a través de generalizaciones súbitas un caso extraordinario en un hecho ordinario. Periodismo imprudente, que ni siquiera es respetuoso de las instituciones republicanas que tanto dice defender", dice el amigo Rodríguez, en su último crudo.

Está todo dicho. Qué más decir. Nada.
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