1910 fue una fiesta gris, de pocos, con la mediocridad y la soberbia de una aristocracia que se creía europea. La fiesta de estos días tiene pueblo, alegría y latinoamericanismo. Multitudes y color. Tá bueno, che. Sin tiempo para escribir, copio y pego un clásico de Benedetti, que ya debo haber mandado en cadena en más de un fin de año, que reencontré ayer de casualidad, y que todavía tiene ese nosequé.
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
A partir de hoy seré lector compulso de tu blog. Llegué mediante el link del blog de Esteban Rodríguez.
ResponderEliminar¿y? No sé, pero quería decirlo
Bienvenido Ezequiel! Volvé cuando quieras.
ResponderEliminarMaldito Facebook, me acostumbró a que en los momentos de poca palabra, un pulgar arriba con un "me gusta" baste.
ResponderEliminarPero "Me gusta" la erratas post festejos, y más lo de observar vasos.
Saludos! ceci combi-club