martes, 25 de octubre de 2011

10 años sin Darío

Hoy se cumplen 10 años de una desaparición en democracia, la de Darío Jerez, en el Partido de La Costa. Un caso que toca bien de cerca al poder político local de entonces, encabezado por el intendente radical Guillermo Magadán y el patotero que tenía por secretario de gobierno, Jorge Grande. Todavía no sé sabe qué pasó con Darío. Todavía no hay justicia. Hoy son Germán (21), Joaquín (25) y Julián (26), que perdieron a su viejo cuando eran pibes, los que la reclaman.
Todos, por los medios a nuestro alcance, tenemos que reclamarla. Aquí comparto una nota publicada en marzo de 2004 en La Pulseada, contando un caso que no ha tenido grandes novedades, salvo algunos procesamientos por encubrimiento y la espera de un juicio oral que nunca llega.


El silencio y una pregunta recorren Santa Teresita
¿DÓNDE ESTÁ DARÍO JEREZ?

Hace 30 meses desapareció, sin dejar rastros, y las preguntas sobre su paradero no encuentran respuestas • Aunque los vecinos del Partido de La Costa realizan todos los jueves marchas de silencio reclamando esclarecimiento y justicia, aún no han logrado trascender a la escena nacional • Otros casos no resueltos en la localidad y un trasfondo de poderosos intereses que operan con total impunidad • Los silencios de ayer y de hoy.



Santa Teresita suelen ser sinónimo de tranquilidad, paz, serenidad; pero la de todos los días no es la de la playa y la peatonal veraniega. Y mucho menos lo es los jueves, cuando centenares de vecinos recorren las calles reclamando justicia por varios casos que los intrigan e indignan.
En esa localidad, precisamente, desapareció en octubre de 2001 Darío Jerez, sin que nunca más se supiese de él. En esa misma localidad, el sereno de un balneario fue asesinado a sangre fría la noche del 7 de marzo de 2000, sin mediar un intento de robo ni nada similar. Dos semanas antes había estallado una bomba en la Iglesia del pueblo, aparentemente amedrentando al cura local para que cese su prédica contra las drogas. ¿Qué esconde Santa Teresita? ¿Por qué no hay respuestas del Poder Judicial? Nadie sabe responderlo con certeza. Y los interrogantes crecen día a día, marcha a marcha.  Los jueves, el mismo día elegido por las Madres de Plaza de Mayo para reclamar justicia, los vecinos costeros caminan pidiendo, también, saber la verdad. Son una multitud que recorre las calles en silencio detrás de la bandera que interroga: ¿Dónde está Darío?

Desaparecer
Padre de tres hijos, Rubén Darío Jerez era corredor de la compañía alimenticia Arcor. Un día por semana, además, trabajaba para la financiera Comprar SRL, encargada de una tarjeta de crédito regional.  El 25 de octubre de 2001, Darío salió a trabajar como todas las mañanas, levantando pedidos en los kioscos. Dejó su auto abierto y con las llaves puestas cerca de la intersección de las calles 27 y 3 de Santa Teresita. Nunca más regresó. Tampoco volvió a su casa a enviar los pedidos, ni pasó a buscar a su mujer por el Jardín. Desapareció sin dejar rastros.
Lo que siguió fue la lucha personal de su esposa, Viviana Zubiaurre, y su familia, por dar con su paradero. Y no es una lucha fácil. La familia entera sobrevive con menos de 500 pesos, el salario docente de Viviana. Con él no sólo tienen que comer, sino pagar a la abogada que sigue la causa judicial y costear tratamientos psicológicos para los hijos de Darío.  Los Jerez ya vivían humildemente antes de aquel 25 de octubre. Pero cinco días después de la desaparición de Darío, la empresa Arcor le envió un frío telegrama de despido. Curiosamente, en el sitio web de su fundación, una representante del Grupo Arcor se jacta de “la apuesta humana” y “el compromiso de su Directorio con las comunidades”. Desde octubre de 2001, la familia Jerez no tuvo más noticias de la empresa que empleaba a Darío.
Tampoco recibieron apoyo de Comprar. Todo lo contrario: la empresa y sus compañeros se alejaron llamativamente de la familia Jerez, y no han estado muy dispuestos a colaborar con la investigación judicial.
“El misterio de saber qué es lo que pasó con Darío sigue. Nosotros pensamos que acá hay gente que sabe más y creo que por temor no lo dicen”, cuenta Viviana a La Pulseada.

Errar, ocultar, desinvestigar
Al poco tiempo de desaparecer Jerez, el comisario inspector Manuel Dans le recriminó a Viviana que su esposo era un delincuente, con pedido de captura en el Gran Buenos Aires. Después se retractó, y dijo que se trataba de otro Darío Jerez. Tercero en mando en la Jefatura Departamental de Dolores, Dans estuvo en la Comisaría de Santa Teresita entre el 25 y el 29 de octubre de 2001, precisamente en el período en que la familia evalúa que “la Policía no trabajó bien” y “la investigación fue un caos”. La presencia de Dans llama la atención a la esposa de Jerez. “Vino inmediatamente después de desaparecido mi marido; yo jamás conversé con el entonces comisario, (Juan Carlos) García. No sé cómo llegó plantado este señor jefe, el mismo 25. Apareció él como caído del cielo para manejar la causa de Darío”.  Cuando le tocó declarar ante la Justicia, Manuel Dans dijo no recordar nada de su errática actuación.
La familia de Darío confiaba en la Justicia, pero el Poder Judicial, con sede en Dolores, no respondió como esperaban: la investigación no avanzó, desaparecieron pruebas, no se realizaron pericias necesarias, hubo testigos que no dijeron tanto como sabían y abogados que se hicieron pasar por fiscales. En la causa ya declararon más de 100 personas, pero no hay respuestas. 
Por su parte, el poder político costero apenas se involucró en el pedido de justicia. El 9 de julio de 2003, cuando una manifestación que reclamaba el esclarecimiento del caso llegó al acto oficial por el Día de la Independencia, el entonces Intendente Guillermo Magadán (UCR) prometió acompañar el reclamo y habló de “otra persona muerta en una localidad vecina”. Nunca aclaró a qué se refería ni fue citado a declarar para que lo explicara. Por ahora, nadie ha hablado oficialmente de una muerte.

Reclamar justicia
Al principio, la espera silenciosa fue una decisión de la propia familia. “Me aconsejaron que no era conveniente salir a los medios” y “yo también dentro de mi personalidad siempre fui de decir 'vamos a dejar hacer a quien sabe´... Pero eso fue al principio”, contó la esposa de Jerez en una entrevista publicada en el costero diario Pionero.  Poco tiempo después de cumplirse un año de la desaparición de su marido, Viviana Zubiaurre encaró la organización de las marchas del silencio, con la consigna ¿Donde está Darío?. Con las movilizaciones, la investigación empezó a avanzar. Desde hace nueve meses esas marchas se realizan todos los jueves, sin excepción. Y este verano las movilizaciones cobraron notoriedad al encontrarse con el turismo de temporada [por el verano de 2003-2004].   El recorrido siempre incluye a la dependencia policial de Santa Teresita, donde se entona el himno nacional y se consulta sobre el avance de las investigaciones. Han cambiado los comisarios, pero la respuesta sigue siendo la misma: sin novedades. “Voy a molestar lo suficiente y a ser lo suficientemente persistente para que se haga Justicia”, enfatiza Viviana.
En alguna ocasión, residentes de Santa Teresita sugirieron que –para “no espantar” a los turistas– convenía suspender el reclamo durante el verano, como quien esconde sus problemas debajo de la alfombra. Pero las marchas siguieron. Los visitantes recibieron con sorpresa la noticia de que cosas así pudieran suceder en un pueblo tan tranquilo. Se interesaron. Preguntaron quién es Darío. Y ahora contarán en sus lugares de origen que en La Costa hay un pueblo que necesita verdad y justicia.
En septiembre del año pasado, Viviana recibió el apoyo de Rosa Schonfeld, la madre del estudiante de periodismo Miguel Bru, asesinado y desaparecido en 1993. "Cuando conocí a Viviana, honestamente, me ví a mí diez años atrás", confesó la madre platense.

Los tres golpes
Con las marchas de silencio, los vecinos reclaman justicia para el caso Jerez y exigen, también, el esclarecimiento de otros casos no resueltos: el misterioso asesinato de Norberto Iasilio, el sereno de un balneario, ocurrido el 7 de marzo de 2000; y el estallido de una bomba en la Iglesia de Santa Teresita, el 20 febrero del mismo año.
Hay quienes piensan que los tres “casos no resueltos” podrían estar vinculados a los poderosos intereses del tráfico de drogas en la región. La esposa de Jerez contó a La Pulseada que en La Costa “se mueven intereses muy pesados. Aunque todos querramos vivir en una caja de zapatos o no ver lo que pasa alrededor, acá la droga está y está pegando fuerte. Algo creo que por ahí tiene que ser..., porque sino no hay nada tan poderoso como para que pueda tapar tanto tiempo algo”.
Más allá de eso, un hilo de continuidad une los tres casos: la impunidad, la falta de respuestas, y el silencio temeroso de quienes saben algo.  “La impunidad es increíble acá. Vos ves personas que se la van de grandes señores y tienen un currículum detrás que es tenebroso. En la Justicia de Dolores, no sé por qué motivo, todo tiene un tiempo eterno de resolución (...) Pensemos que es porque está sobrepasada en cosas, y no porque re acomodan sus cosas para que cuando llegue el peso de la ley, no haya nada”.  La falta de justicia es, además, lo que une a esos tres casos con historias previas, como la de la dictadura que azotó al país hace un cuarto de siglo.

Silencios y preguntas
A fines de octubre pasado se estrenó el documental “Playas del Silencio. Historias de aparecidos”, surgido de la idea de dos estudiantes del Partido de La Costa, y realizado por equipos de la Facultad de Periodismo de la UNLP. El documental repasa los atrocidades del Estado terrorista desde una óptica inédita: torturas, muertes y desapariciones, son reflejadas a partir de las “apariciones” de cuerpos sin vida en las playas costeras.
Durante los tres primeros años de la dictadura fueron recogidos en las costas , de lo que entonces era General Lavalle , casi medio centenar de cuerpos sin vida, que serían producto de los llamados “vuelos de la muerte”.  De los cadáveres aparecidos en los veranos de 1976, 1977 y 1978, unos 33 fueron encontrados en la zona de Santa Teresita, y enterrados en fosas comunes. Esos cuerpos NN aún permanecen allí, ignorados durante 20 años de democracia
Luego de la aparición de aquellos cuerpos en las playas, de la que fueron testigos varios vecinos, sobrevino el silencio. Recién un cuarto siglo más tarde la historia empieza a contarse. Pero Santa Teresita esconde ahora otros misterios, misterios de la democracia. Aunque esta vez los vecinos, con sus marchas de silencio –ese otro silencio, el que clama por verdad y justicia–, exigen respuestas. ¿Por qué desapareció Darío? ¿Qué sabía? ¿Qué vio y no pudo contar? ¿Quién asesino a Norberto Iasillo? ¿Por qué estalló una bomba en la Iglesia? Y, sobre todo, ¿quiénes están detrás de estos casos? ¿qué poderes son capaces de mantener semejante impunidad?
Hoy La Costa mantiene un silencio que no es de serenidad sino de preocupación.  Santa Teresita quiere recuperar la paz, pero sabe que sólo es posible con verdad y justicia.


Viviana Zubiaurre, la esposa del desaparecido
“Estamos sembrando conciencia”

Viviana es maestra jardinera. El 25 de octubre su vida cambió del día a la noche. Conoció la comisaría del pueblo en que nació, y la burocracia judicial. Aprendió a tener paciencia. Y se topó con individualismos y silencios temerosos que reconoce en su propio pasado. Ahora hace una autocrítica y trata de transmitirle a la gente los valores que ella aprendió de golpe. “Se puede aprenderlos a través de la solidaridad, y no del dolor. Con el dolor vas a aprender igual, pero podés evitarlo. Sé solidario, fijáte qué es lo que pasa, cómo puede ser que una sociedad esté tranquila como diciendo ´nosotros no somos responsables de que Darío desapareció´. Por supuesto que no los voy a culpar, porque la gente no tiene nada que ver. Pero somos culpables, todos, en el sentido de acatar todo, de bajar la cabeza y resignarnos. No es así. Ya hubo muchos años de eso, en la época de los militares, cuando nos vendieron que todos los desaparecidos eran malos. Y nosotros como unos tontos lo creíamos”. Y por eso ahora, -reconoce Viviana-, la historia se repite con los desaparecidos de la democracia. Como su marido.
- ¿Cómo es Darío?
- Es una persona común, trabajadora, como cualquiera. Lo conozco hace 25 años y siempre dije que Darío es una persona especial por buena gente, por ser solidario, por ser comprometido con los demás, por ser honesto por sobre todas las cosas, por brindarse al prójimo. Darío trabaja para un club de fútbol y muchas veces ha llevado cosas de mi casa para hacerles el chocolate a los chiquitos; muchas veces ha sacado dinero de su bolsillo para darles una merienda, o hacerles algo distinto. Darío jamás se peleó con alguien. No tiene enemigos. Por eso es misterioso, porque se ha tratado de investigar absolutamente todo sobre su vida, y no hay nada, nada, fuera de lugar.
- ¿Por qué creen que desapareció?
- Creo que Darío algo vio, algo sabía... Proponerle algo a él... no creo que le hubiesen propuesto porque conocen cómo es Darío. (...) A veces pienso que si él me hubiese dicho algo, yo podría ayudarlo... Y un amigo de él me dijo “por ahí él no te lo dijo, porque evidentemente si vos sabías algo ya no estabas ni para ayudarlo”. Y a ese nivel creo que es esto. A un nivel sumamente pesado, porque sino ¡esto no puede ser! ¿cómo una persona desaparece de la faz de la tierra? Acá hay algo que se hizo inteligentemente. Esto fue bien pensado. Porque yo llegué a todo lo que yo podía: llegué al Ministro de Justicia y Seguridad de la Provincia, llegué al Ministro del Interior... y esto tuvo después, acá en la sociedad, un silencio... Nadie me llamó más, ni de las autoridades ni nadie.
- ¿Ese silencio es por temor o por complicidad?
- Creo que es por temor. Si bien deber haber cómplices, no es la sociedad entera cómplice. Sí creo que acá mucha gente no levanta su cabeza por temor. Yo a veces pienso ¿cómo uno puede vivir con el miedo? Es por eso que nos pasan las cosas que nos pasan (...) A veces me rebela que la gente no sienta la desaparición de Darío como yo...  Pero antes de decir una palabra me acuerdo de que antes de que a mí me pasara, yo era igual. ¡Era igual!. Vivía nada más que en mis cosas. Cuando te pasan las cosas es cuando vos aprendés lo que es la solidaridad
- ¿Qué sentís cuando participás de cada marcha de silencio?
- Me angustia y me fortalece, ver que después de dos años estamos parados pidiendo justicia. Y de una forma ordenada, porque también a mí me dicen que para que los medios nacionales se acuerden de nosotros tengo que quemar o romper algo. Y entonces yo les digo que no: porque los medios nacionales tienen que venir por Darío desaparecido y no por una loca que incendió algo. Nos va a costar más tiempo, pero acá en esta zona estamos sembrando conciencia... Han pasado cosas realmente jorobadas acá y nadie dice nada. Mataron a un señor en un balneario: ahora la señora también va conmigo a las marchas. Pusieron una bomba ¡de Trotyl! en la Iglesia: ahora está la Iglesia comprometida conmigo, y salimos. Entonces lo que a mí me fortalece es el hecho de decir: yo sigo peleando. Darío se merece que yo lo busque.

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