martes, 7 de junio de 2011

El reverso de la política

De periodismo habla cualquiera. Menos nosotros. Los que trabajamos y vivimos en los medios, los asalariados el rubro, los que somos mayoría pero no gobernamos, los que de a ratos obturamos el deseo de cualquier patrón.
El periodismo puede ser definido según sus manuales, según sus orígenes, según su importancia, según su política y según sus intereses. El periodismo es una cartografía de grupos empresarios y una legión de nombres propios. Un archipiélago de pymes unipersonales que aparecen y desaparecen; un mundillo de vedettes sin erotismo. Es un arma que puede ser letal y también una relación compleja entre capital y trabajo. Es el parloteo de una civilización que se extingue. El periodismo es esa manada de pibes que creyeron que esa era la forma de contribuir a que las cosas vayan mejor. Un submundo de precarizados que, cuando hablan, parecen nuevos ricos. Una burocracia de viejos y de jóvenes que ya se cansó de todo y se muere de escepticismo y quietud en las redacciones. Y es un montón de terquedades que abren hendijas hacia otro horizonte. El periodismo es un recorrido cada vez más corto y más uniforme. El periodismo es una mierda, sí, pero casi todos somos periodistas o tendemos a serlo. El periodismo es el reverso de la política y la política lo quiere de su lado. El periodismo es propaganda. El periodismo es un enfermo terminal que sigue organizando sentidos hasta el último día.
Enrique Orozco. Fragmento de "El cementerio de los elefantes", Crisis Nº4.

De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que está habiendo más redacciones in-quietas; más periodistas que reclaman por sus derechos y menos que aceptan convertirse en mercenarios. Y además, el placer de encontrarme con muchxs que creen y apuestan a otra comunicación posible, menos uniforme, menos "independiente", una que construye sentidos para una sociedad más justa. Feliz día para todxs ellxs, lxs periodistas del palo.

1 comentario:

  1. Un poquito más de la cita de Orozco:
    "El periodismo tiene un futuro incierto.
    Su pobreza simbólica y su obviedad lo encaminan a una supervivencia hecha de estertores que, sin embargo, puede durar décadas. A los medios no le ha llegado su propio Kirchner, ese representante del anciano régimen que tomó cuenta de la crisis terminal que carcomía a los de su clase y decidió abrirse a lo nuevo para sobrevivir.
    Los medios no ven esa necesidad. Sólo promueven jóvenes que cumplen con el requisito de ser viejos y leales. Pero nadie tiene el futuro asegurado.
    Hasta los blogs, esa forma de periodismo catártico que fue novedosa y vital, puede volverse previsible y dejar de decir.
    La crisis de los medios sistémicos es una hermosa oportunidad. Quedan pocos nichos en el cementerio de los elefantes y los grandes saben que pocos sobrevivirán.
    Quizás sean los que encuentren la lucidez para reubicarse en un lugar más modesto en sociedades hiperinformadas que ya no se orientan solo por los mensajes que emite la industria periodística.
    ¿Cómo sigue la película? No sabemos. Pero nos interesa rescatar, entre la intuición, los indicios ciertos y la apuesta, a unos cuantos veteranos en su mayoría anónimos y a la nueva generación de periodistas –esa guerrilla dispersa y sin armamento propio- que nace entre las cenizas del periodismo sistémico y en busca de un aprendizaje que trascienda la escuela inicial mediática que ofrece el kirchnerismo. Desde arriba y desde afuera, resulta difícil y probablemente inútil verlos. La aristocracia del rubro, que tiene garantizado el bronce, tampoco necesita prestarles atención. Pero ese periodismo exógeno existe y presiona para sepultar a la ignorancia ilustrada que sigue cobrando el sueldo aunque ya tiene la jubilación lista. Ni pesimistas ni ingenuos. Una parte de ese futuro que llegó hace rato está en nosotros".

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