Hoy, aquí, ahora, mientras algunos no paran de decir boludeces sobre el (lamentablemente congelado) proyecto de regular los servicios audiovisuales, la única ley que impone el silencio es la ley de mercado, el libre aledrío de los grandes grupos económicos.
El emporio Clarín intenta callar a los blogueros, pero no es el único censor. El canal América, del que Francisco De Narváez es ilegalmente accionista, también calla a lo poco que le queda de periodismo más o menos presentable.
PD, ya que hablamos de medios y reclamos de libertad: si Hilda Molina llegó al país a acompañar a su madre agonizante, ¿qué hace ahora mismo hablando de la políca cubana con el mercenario Joaquín Morales Solá?
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