domingo, 17 de noviembre de 2013

Volar

Escribir es el momento más atrevido de tu miedo
(¿qué será leer?)

Una de las mujeres que amo me prestó un libro con alas. Fue una tarde después de que hablamos mucho de otro libro, uno que todavía está naciendo pero que yo sé que va a volar desde el primer día. Volar y hacer rondas y reescribirse con nuevos relatos porque como dice Guillermo, volando no hay forma de frenar el movimiento, y volando siempre vas para adelante, vayas para el norte o para el sur.
Dice también que las mujeres acostumbran a volar mejor que los hombres y yo estoy de acuerdo: a mí fue una mujer la que me enseñó a volar y la que me prestó un libro con alas, esa tarde en la que hablamos poco de nosotros porque desde que ya no conjugamos el plural a mí me cuesta más aceptar un mate y hablar. Porque al mismo tiempo uno piensa que se tiene que desenamorar y dejar de pensar en un viaje o en una casa o en hijos como gongong, porque al fin y al cabo somos diferentes y no hemos sabido o no nos animamos a volar juntos.
Diferentes significa por ejemplo que yo soy de los que no bailan, o que nunca hubiera comprado este libro que me llenó la cabeza de pájaros, aunque también voy a las flias y me gusta multiplicarlas y llevarlas a otras dimensiones –un par de veces mi trabajo se llenó de gente y libros que vuelan!
Y nunca sé cuán así es la cosa, porque yo antes tampoco escribía una poesía ni un texto como éste, y mientras pienso esto sigo la lectura y leo: “Lo importante no es cuánto tardás en empezar, lo importante es que una vez que hayas empezado no dejes de continuar. Una decisión tomada no se vuelve a servir”.
Transformarse es amar, y viceversa. Eso sí que es así y acaso por eso un subrayado de lápiz revela que dos corazones latieron fuerte con el mismo manojo de palabras.

Lo bueno de este mundo es que está lleno de gente que hace cosas vitales: que construye casas, que trabaja la tierra, que vuela cielos, que compone música y que escribe pájaros y faros.
Entre la sonrisa que me invitó a este libro y el final de la lectura apenas hubo un viaje en bicicleta y una pausa a la madrugada para cocinar. Puro placer.
Si en el mundo hubiera mucha más gente como Guillermo y como Jo, todos sabríamos volar y el cielo estaría lleno de sonrisas y de abrazos; y si alguien se quedara abajo no sabría distinguir las estrellas de la gente leyendo libros prestados que van y vienen, con tanta luz.

1 comentario:

  1. Los mejores impulsos surgen de la crisis. De la irregularidad del camino, de todo lo que no se pueda controlar. Porque es en vano, aunque tengamos la cabecita encendida hay situaciones que ella no puede resolver. Entonces, por ahí, de pronto un día nos damos cuenta y decidimos apagarla, dejar de gastarla, porque nada puede hacer en ese terreno desconocido. Y de ahí brota el impulso. Del auto-permiso para liberar-nos (Lo dice una persona asquerosamente mental, que a veces anda rebotando contra las piedras y reincide en el golpe por terquedad) :)

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