Los “libros animados” ya son un clásico en el Galpón de Encomiendas y Equipajes. Solían combatir el frío invernal en el espacio cultural del grupo La Grieta, pero esta vez -postergados por el receso gripal- recibirán a la primavera con una “rimbombante” exposición participativa de literatura infantil donde los personajes se salen de las publicaciones. Habrá muñecos preparados por más de 30 entusiastas artistas invitados, canciones con Hugo Figueras, chocolate caliente y muchas propuestas para disfrutar del libro, la lectura y los encuentros.
“¡Hay tantas cosas con magia!
Afortunadamente sigue viviendo conmigo ese ser
que tiene la fortuna de asombrarse. Una vez yo pensaba
sobre lo que es el asombro. Sólo basta con asombrarse
de poder asombrarse; parece una paradoja pero no lo es.
Mucha gente pone paredes, redes, para no asombrase,
como si el asombro nos apartara un poco de la realidad;
esa gente que cree que la realidad no es el asombro,
esa no entra adentro de él" (Javier Villafañe, 1992)
Habrá un lustrabotas callejero que sueña con viajar al Sol. También un viejo caminante, melancólico y oscuro. Y una vaca llamada Georgina.
Habrá un perro vagabundo y un leñador que habla con los animales. Un hombre chiquitito con un pájaro, y un joven que vive en un árbol, rebelde y generoso.
Habrá un niño eterno y otro al que le crece la nariz cuando miente: acaso son los más conocidos. También habrá un pirata bueno, una niña invisible y un fantasma inglés.
Personajes imaginados por una literatura
infantil habitarán el Galpón de Encomiendas y Equipajes en la primera semana de las vacaciones de invierno, cuando inaugure la tercera muestra de “Libros animados para chicos y grandes”.
“Nos pusimos a pensar que las historias no sucederían sino tuvieran personajes”, explica Graciela Vanzán, una de las organizadoras.
“Privilegiamos ese camino: entrar a la historia, entrar al libro, a través de sus personajes. Y la idea fue que cobraran cuerpo esos seres tan especiales”. La iniciativa tiene un aire a homenaje al genial Javier Villafañe, del que acaban de cumplirse 100 años de su nacimiento. Pero no es obra de un escritor ni de un titiritero –las dos actividades que aquel entrecruzó a lo largo de su vida- sino de un grupo de apasionados lectores, de las más diversas profesiones y oficios, que se juntaron para alimentar la vida que hay en los libros. Y que esta vez convocaron a más de treinta amigos para construir muñecos asombrosos.
La Pulseada anticipó la movida de los libros animados hace dos inviernos, cuando
“cuatro apasionadas lectoras decidieron armar una gran muestra con aquello que en el mercado llaman ´literatura infantil´, aunque sea para chicos y grandes”, según decía la extensa nota publicada en las páginas de esa revista. Se trató de una muestra para leer, tocar y disfrutar unos 300 libros. Dos de las impulsoras venían de la experiencia de
Libros que muerden, una muestra de textos infantiles censurados durante la dictadura con la que descubrieron la magia de “
poner libros a la mano del visitante, del amigo, del desconocido”. Así se inspiró la siguiente apuesta:
“¿Por qué van a permanecer ocultos en una biblioteca personal que no nació para ocultarse?”, decían. Y se animaron. Reunieron libros; convocaron a algunos artistas; prepararon los primeros almohadones –ahora, las jornadas de costura ya son un ritual del trabajo previo-. A la propuesta se sumaron amigos, vecinos y compañeros que, tras una jornada con chocolate caliente para recaudar fondos, asumieron informalmente el nombre de “Los chocolateros”. Pero el asunto no quedó en las idas y venidas de la ajetreada organización de un evento: se los invitó a leer y “animar” a los textos.
“Ahora andan mandándose correos acerca de lo que pasa con los libros. Eso tiene un color que descolla”, contaba Gabriela Pesclevi en 2007 (
La Pulseada 51). Ahora, “Libros animados” tiene su propia carta de presentación.
Crecer con los libros“Somos un grupo que se dedica a la literatura infantil, pero desde la mirada de que es literatura para todos. Lo que hacemos es leer mucho, y no sólo leer, sino también alcanzar los libros a la gente. El nombre lo dice: queremos darle una vida propia al libro, una vida activa. El libro animado es un objeto que cobra vida al estar en manos de alguien”, explica Kristel Best Urday, una de las iniciadoras, que hoy forma el elenco estable de “Libros animados” junto a Graciela Vanzán, Débora Elescano, Verónica Kovar, Ignacio Ongaro, Gabriela Pesclevi y Manuel Negrín. Los dos últimos, miembros del colectivo
La Grieta, son los hacedores del programa radial “Flautita & Baguette”, que se emite los sábados a las 14 horas por
FM Futura, también abocado a la literatura.
Poco después de aquel primer invierno de “Libros Animados”, la iniciativa ganó el apoyo de la Fundación C&A y sus impulsores entraron en contacto con enriquecedoras experiencias de promoción de la lectura entre los sectores más vulnerables de la sociedad. El verano siguiente pusieron manos a la obra y convirtieron un vagón abandonado del ferrocarril en una cálida sala de lectura no convencional (
La Pulseada 57): el
“vagonbulanterobibliofabulero”, que cada viernes por la tarde invita a aventurarse a pequeños y grandes lectores. La muestra del invierno de 2008 transcurrió allí y en los espacios del Galpón que habitualmente ocupan los talleres organizados por La Grieta.
“La del año pasado se centró en el libro como objeto. Fue una muestra de libros troquelados. Se indagó bastante en la historia vinculada a la ingeniería del papel y todas las posibilidades de juego que hay en eso. Fue muy colorida también. Y por otro lado buscamos un cruce entre literatura y música”, evoca Graciela, quien compartió con chicos y grandes una interpretación de la historia de Fox Trox.
“Nos acompañaron artistas que interpretaban música mientras se leía, o a posteriori”. La invitación a representar desde el arte los mundos de la literatura infantil se multiplicará este invierno, cuando el viejo galpón ferroviario ubicado en 18 y 71 se llene de muñecos salidos de la fantasía.
“La rimbombante muñecoteca: una muestra de libros y muñecos de la A a la Z”. Así se tituló la propuesta de “Libros animados” para las pasadas vacaciones de invierno, que finalmente abrirá al público este jueves 17 de septiembre y durará hasta el día de la primavera.
Este año, en la exposición no habrá tantos libros como en la primera muestra, sino uno por cada letra del abecedario. Cada cual estará acompañado por un personaje. Además habrá un muñeco en la entrada, otro en la cocina –donde no faltarán el chocolate caliente y las tortas caseras-, otros en los baños. Para eso trabajaron más de treinta artistas, muchos de los cuales no están habituados a construir cuerpos con volumen, sino que hacen pintura, grabados, diseño. También participarán los grupos de los
talleres de plástica y de
objetos e inventos de
La Grieta. Y en la propia muestra habrá talleres sobre construcción de muñecos.
Son variadas las actividades que habrá en el marco de la muestra, de la que también participará Hugo Figueras con canciones y estarán los clásicos “susurradores”.
“Y todos nosotros más amigos vamos a estar presentando los libros, de distintos modos, teatralizando o leyendo algo. Como venimos haciendo. Porque la muestra no es estática, no está quietita”, anticipa Graciela.
“Vamos a preparar espacios de lectura donde estén estos mismos autores, pero más libros de ellos, para conocer más. Van a ser libros de nuestra biblioteca, dispuestos para que la gente pueda permanecer el tiempo que quiera, leyendo”, agrega Kristel.
Los artistas y los muñecosLos 28 títulos que inspiran a los muñecos fueron elegidos después de varias jornadas de aprendizaje del grupo ampliado de “Libros animados”, que excede con creces a los siete que se reúnen semanalmente a ordenar el trabajo.
“Desde el verano venimos haciendo seminarios internos”, cuenta Graciela:
“Llevamos libros de la biblioteca, elegimos un texto y entre dos o tres vemos cómo lo presentamos al resto de los compañeros. Indagamos sobre la historia de ese texto, de ese autor, de ese personaje; buscamos formas lúdicas de presentar el libro. Fue una experiencia hermosa, que enriquece mucho la muestra... Me acuerdo particularmente del ´Casiperro del hambre´: unas compañeras lo presentaron y descubrimos una novela de Graciela Montes maravillosa”.- O “El fantasma de Canterville” –sugiere Kristel.
- Claro, “El Fantasma de Canterville”, que es un clásico, pero el modo de presentarlo fue cautivante. Entonces dijimos: este es un personaje que tiene que estar. Nos pasó con varios textos... El criterio para elegir personajes fue, básicamente, que fueran personajes especiales. Hay de todo. Obviamente hay animales. Hay fantasmas. Hay una niña invisible...
- Todo un desafío para el artista...- Siii –asiente Kristel.
- ¡Hay una línea! –recuerda Graciela- El librito de Ajax Barnes y Beatriz Dourmec (“La línea”). Hay personajes muy especiales como el “Tío Popoff” (Janoch) o “La peor señora del mundo” (Francisco Hinojosa). Hay personajes colectivos: los animales de “El monte era una fiesta” (Gustavo Roldán) y “Los enanos de Mantua” (Gianni Rodari). Son todos muy particulares... “El casiperro del hambre” es un perro que prefiere salirse de la comodidad, porque lo oprime y lo tortura ser una mascota, y elige el vagabundeo por las calles que le trae muchísimos problemas pero la da una felicidad enorme. Está el gato de “El negro de París” (Osvaldo Soriano), que es un gato que hace de puente entre un chico exiliado y ese nuevo país donde tiene que estar. Son personajes maravillosos...
- Y creo que van a salir muñecos muy distintos –evalúa Kristel- Y muy diferentes a lo que cada lector puede imaginar de ese personaje al leer cada uno de esos libros. Pienso en lo que le toca a Gonzalo (Cháves): él se ríe porque dice ¿cómo, de una línea, voy a hacer un muñeco?
- Si, pero también son un desafío los clásicos, con todas las representaciones que hay. Uno tiene que hacer a Pinocho. Otro, a Peter Pan. El desafío es doble...
Una vez asignado el personaje, el trabajo de los artistas es libre: lo construyen con el material que prefieren, y del modo que lo imaginan. La única condición es el tamaño: se puso un limite para que el muñeco “dialogue” con el libro del que salió, y no compita ni le haga sombra.
“No son esculturas”, aclara Kristel: “
La idea de darle materialidad al personaje es darle vida... Y el muñeco, cuando uno es chico, es algo que se puede cargar, tener bajo el brazo, abrazar, charlar con él. No son gigantes ni son miniaturas, son el tamaño de ese muñeco con el que uno juega en la infancia”.- ¿Costó que digan que sí los artistas?- No, para nada –dice Graciela-. Estaban encantadísimos.
- ¿Por qué creen que fue así?
- Y... Es maravilloso que te den la posibilidad de darle vida, cuerpo, a un personaje. Debe ser un desafío para el que crea...
- Habría que conversarlo con ellos –acota Kristel- Debe haber también razones muy personales para que cada uno se entusiasme... Pero sí: todos lo han recibido con mucho gusto, con mucho placer.
Como cuando esquivaban la entrevista (
“Gabriela o Manuel son los que más están en esto”, decían), acaso por humildad, no lo dicen. Pero da la sensación de que es aquel trabajo colectivo, sostenido y dispuesto al asombro, lo que invita a sumarse.
Los
animadores de libros no tienen vacaciones. Siempre hay más para hacer.
“En el vagón va a haber algo especial. Va a ser una sala de lectura y también va a tener un muñeco particular”, comenta Kristel y guarda el secreto, la sorpresa.
“No va a estar dentro del recorrido de los libros de la A a la Z. Va a ser aparte, el muñeco y el libro que esté allí. Algo especial que caracterice al vagón”.